Descubre cómo la educación digital fortalece los vínculos familiares y el diálogo intergeneracional. Reflexiona sobre redes sociales y crianza.

La educación digital atraviesa la vida de los jóvenes en todo momento. Los adolescentes de la Generación Alfa y Beta saltan de TikTok a un videojuego, de ahí a una videollamada con amigos y después a hacer tareas en línea. Para ellos, la era digital es natural, pero los adultos todavía nos preguntamos cómo acompañarlos en este escenario.
En Fundación Telefónica Movistar tenemos claro que la educación no es un tema exclusivo de colegios o universidades. También toca la manera en que nos relacionamos en familia, la salud mental y la confianza que ponemos en lo que vemos en internet. Abrir un diálogo intergeneracional es la forma de acercar estas realidades y aprender unos de otros.
En este blog te contamos lo que pasó en nuestro MiniLab donde especialistas hablaron sin filtros sobre salud mental, privacidad y vínculos familiares en el presente.
¿Qué es la educación digital?
La educación digital no es un curso rápido de “cómo usar el celular”. Tampoco se trata de abrir una app, buscar en Google o mandar un sticker en WhatsApp. Es aprender a moverse en un mundo hiperconectado con seguridad y empatía.
Como lo explicó Naya Gutiérrez, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar: “nuestros niños y jóvenes necesitan pensamiento crítico y habilidades emocionales para crecer en un mundo hiperconectado”. No basta con programar un reloj inteligente o editar un video. Hablamos de saber diferenciar lo verdadero de lo falso, manejar la frustración cuando los likes no llegan y reconocer cuándo un algoritmo está decidiendo por nosotros.
La revista Telos 127 lo dice sin rodeos: ser “nativos digitales” no significa estar protegidos. Muchos adolescentes se mueven en la red sin preparación frente a temas tan delicados como la privacidad, la identidad o la forma en que se construyen los vínculos.
En este punto entramos los adultos; no para imponer reglas, sino para acompañar y aprender en conjunto.
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Pantallas que también generan emociones
Después de entender lo que significa la educación digital, aparece otra gran pregunta: ¿qué pasa con todo lo que sentimos en ese recorrido? Porque cada notificación puede traer alegría, frustración o incluso ansiedad.
Las redes sociales son escenario de todo tipo de emociones. Ahí se celebra el gol del equipo favorito, se comparte un logro en el colegio, pero también se viven comparaciones y silencios que pesan. Para muchos adolescentes, no recibir un mensaje o quedarse por fuera de la tendencia de la semana puede convertirse en un motivo de angustia.
Viviana Quintero, psicóloga, experta en protección de la niñez en línea, lo explicó durante el MiniLab: “Los límites que los adultos establecen frente al uso excesivo de pantallas son clave para la salud mental de niños y niñas”. Cuando esos límites se plantean con cariño, se convierten en un apoyo, no en un castigo.
Este tema nos invita a hablar de estas emociones con naturalidad. Preguntar qué sintieron al ver un reto en TikTok, qué opinan de un comentario en Instagram o cómo se sienten al perder una partida de videojuego abre la puerta a conversaciones auténticas. Porque reconocer lo que pasa en lo digital también significa reconocer lo que pasa en la vida emocional de cada joven.
Privacidad que se convierte en un derecho
Si las emociones son la cara más visible de lo digital, la privacidad es ese tesoro silencioso que pocas veces se conversa en casa. Cada clic deja un rastro, cada “aceptar” en una aplicación abre una puerta, y muchas veces los adolescentes no miden lo que significa compartir su vida en línea.
En el MiniLab, Viviana Quintero fue contundente: “La seguridad digital no es opcional, es un derecho que debe estar en el centro de la innovación tecnológica”. Proteger la información personal es parte del cuidado que merecen niños y jóvenes en la era digital.
Aquí entra en escena la educación digital como aliada; hablar en familia de qué se comparte, cuándo vale la pena decir “no” y por qué conviene leer dos veces antes de aceptar términos y condiciones es un aprendizaje tan importante como cualquier clase del colegio.
La Revista Telos 127 lo confirma con investigaciones que muestran que sí se pueden diseñar plataformas más seguras, menos adictivas y con reglas claras de protección. Pero mientras eso ocurre, el mejor escudo está en la conversación diaria de un padre que pregunta, una docente que explica y un adolescente que aprende a cuestionar.
¿Quieres ver cómo lo contaron las expertas en el encuentro?
En el MiniLab especialistas compartieron experiencias y consejos prácticos sobre cómo cuidar la privacidad digital. Te invitamos a ver el encuentro completo en YouTube y sumarte a la conversación.
Claves prácticas para una crianza digital consciente
Los niños y adolescentes necesitan adultos que comprendan su mundo en línea y que estén dispuestos a guiar con empatía, criterio y coherencia. Como dijo Victoria Cabrera, Doctora en Educación y Psicología: “los padres son los principales educadores digitales de sus hijos y no deben delegar esta responsabilidad. Supervisar el uso de la tecnología con amor y dar un buen ejemplo es clave en su formación”.
Estas son algunas claves para hacerlo posible:
- Establecer límites con sentido
Los horarios de conexión no deben vivirse como castigos, sino como acuerdos familiares que les permitan equilibrar lo digital con el descanso, el estudio o el deporte. En palabras de Viviana Quintero, “los límites que los adultos establecen frente al uso excesivo y temprano de pantallas son clave, pues de ello depende también la salud mental de niños y niñas”. - Hablar de emociones digitales sin miedo
Validar lo que sienten al no recibir un mensaje o quedar fuera de una tendencia ayuda a que sepan que sus emociones importan. Es enseñar a reconocer y gestionar lo que ocurre en el mundo en línea como parte de la vida real. - Defender la privacidad como derecho
Explicar qué significa compartir datos, aceptar términos y condiciones o usar contraseñas seguras es una lección fundamental. Dentro de ese pensamiento crítico está también la conciencia de su propia huella digital. - Fomentar el criterio propio
Invitar a cuestionar lo que aparece en redes fortalece la autonomía de los jóvenes. Se trata de darles herramientas para que puedan decidir por sí mismos. - Educar con el ejemplo constante
Lo que hacemos los adultos con nuestros celulares pesa más que cualquier sermón. Poner el móvil a un lado durante la comida, verificar información antes de compartirla o desconectarse a tiempo enseña de manera silenciosa, pero efectiva.
En Fundación Telefónica Movistar creemos que una crianza digital se trata de una red de apoyo que empieza en casa, se fortalece en la escuela y se multiplica en la comunidad. Porque, como se mencionó en el encuentro, la tecnología es hoy una nueva forma de socialización y construcción de identidad. Los adultos deben reconocerlo para poder acompañar a los jóvenes sin invalidar sus experiencias.
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Un diálogo que apenas comienza
La educación digital no termina en un blog ni en un evento; es un camino que se construye día a día. Lo importante es que jóvenes y adultos se reconozcan como parte de la misma conversación y aprendan a escucharse sin prejuicios.
Acompañar a las nuevas generaciones exige diálogo intergeneracional, empatía y la certeza de que aún tenemos mucho por descubrir juntos.
💙Si quieres profundizar en estas reflexiones y explorar los artículos completos de especialistas, descarga la Revista Telos 127, aquí.
💙Y si prefieres ver cómo lo contaron en vivo las expertas del MiniLab, revive el encuentro en nuestro canal de YouTube, aquí.
En Fundación Telefónica Movistar creemos que la educación es el puente que conecta generaciones. Construirlo está en nuestras manos.